La castidad es para todos

Share This
Imprimir Agrega tu Evento

LA CASTIDAD EN LA TV Y EN EL CINE significa risa fácil, el viejo chiste gastado que todos conocemos. La castidad es para los perdedores que no tiene otra opción; que no pueden mendigar, pedir prestada o robar una cita. Desafortunadamente, la iglesia no necesariamente maneja el tema mucho mejor que la “TV que no debes perderte”. Cuando se habla sobre castidad, con frecuencia ambas asumen que siempre y exclusivamente significa abstenerse de la actividad sexual genital, y por lo tanto sólo tiene que ver con una pequeña y específica porción de la población.

Ahí estoy los domingos cuando el tema de la homilía es la castidad, y está dirigida directamente a los adolecentes de nuestra parroquia. Suena como si el sacerdote tratara de construir una alambrada verbal. Pero no es claro si esta cerca de alambre es para mantener a los adolecentes afuera o adentro –para mantenerlos a salvo del mundo, o al mundo a salvo de ellos. Me pregunto por qué la homilía está dirigida a los jóvenes de nuestra parroquia y no a nadie más. ¿Son los jóvenes cargados de hormonas los únicos seres sexuales entre nosotros? ¿Son ellos los únicos llamados a practicar la castidad? ¿Es la necesidad de ser castos algo que se deja atrás cuando crecemos –como los salvavidas o las bicicletas con rueditas de entrenamiento?

La respuesta es no, no y no. Y curiosamente, debido a estos nos, la respuesta también es sí, sí y sí. Somos, cada uno de nosotros, por la gracia de Dios, seres sexuales. La castidad, el correcto orden de la naturaleza sexual que todos tenemos, es para todos, jóvenes y viejos, casados y célibes.

El don de la sexualidad

Pero, ¿no hacen a un lado su sexualidad los sacerdotes y los religiosos, así como un hombre que se muda de Minneapolis a Miami debe dejar a un lado su ropa de invierno? ¿Por qué ocupar un lugar valioso en el armario? Digo, ya no la va a necesitar más, ¿cierto?

Tomar los votos no le roba a la persona ninguno de los dones que Dios le ha dado, incluyendo el don de la sexualidad. La vida en Cristo significa, más bien, el cumplimiento de todos los dones que Dios nos ha concedido. Pero tomar los votos, ya sea en bautismo, matrimonio o solemne profesión, exige que nos respondamos preguntas como estas: “¿Qué voy a hacer con este don? ¿Qué lugar debe tener y tendrá en mi vida? ¿Cómo puedo utilizar mejor este don?”.

Llena nuestras casas con trigo, cereales y aceite y con todo lo bueno, para que a cambio podamos dar a aquellos que lo necesiten.
--Liturgia bizantina

Porque el don de la sexualidad, con su energía creativa, debe ser usado. La sexualidad, en esencia, es dar vida. La sexualidad genera vida, pero no es siempre, o únicamente, genital. Tenemos que entender primero la verdadera naturaleza de la sexualidad antes de que podamos entender cómo el celibato, también, es y debe ser dador de vida.

Los sacerdotes no están llamados a ser solteros más de los que están llamados a ser esposos. Las monjas no están llamadas a ser solteronas más de lo que están llamadas a ser esposas. Pero ellos están llamados a ser dadores de vida. Están llamados a estar imbuidos con la fuerza vital. Piensa en esto: les damos nombres como “Padre”, “Madre”, “Hermana”, “Hermano”, que hablan de relaciones humanas dadoras de vida. No les llamamos con títulos que describan deberes, como director o gerente financiero; en su lugar, les llamamos con nombres de relación.

Redireccionar la energía

Hace más de 20 años, mi esposo y yo tuvimos que realizar una dolorosa pero necesaria mudanza de nuestra ciudad natal a una ciudad distante. Mi hermano estaba moribundo, y nuestros hijos mayores eran pequeños y muy apegados a sus abuelos. Estábamos dejando un presente seguro por un futuro inseguro.

No sé si hubiéramos tenido la fuerza y el coraje para dejar nuestra ciudad si no hubiera sido por un sacerdote, un amigo muy querido aún, que voló para ayudarnos a empacar y acompañarnos en nuestro viaje. El tomó la energía que de otra forma podría haber dirigido a su propia familia, y la dirigió a la nuestra. Él nos engendró en nuestra nueva vida, así como nos había engendrado a nosotros a una nueva vida de matrimonio, a nuestros hijos a una nueva vida en el bautismo, y a cientos de otras personas a nuevas vidas.

Cuando nos mudamos a nuestra parroquia hace 18 años, una hermana religiosa que se desempeñaba como directora de educación religiosa vio claramente en mí lo que yo sólo sospechaba: que tengo un don para la enseñanza. Ella me animó y empujó a la educación para adultos en mi parroquia, un trabajo con el cual estoy aún felizmente comprometida. Ella vio el don y lo avivó, engendrándome en una nueva vida que he abrazado y que me ha acogido. Ella tomó la energía que de otra forma habría dirigido a su propia familia y la dirigió hacia mí, y de hecho, a toda la parroquia.

“EL DON DE LA SEXUALIDAD, con su energía creativa, debe ser usado. La sexualidad, en esencia, es dar vida. La sexualidad genera vida, pero no es siempre, o únicamente, genital”.

Mi hija mayor está sirviendo actualmente como enfermera en un hospital en Haití. Trabaja con hermanas enfermeras de las Hijas de la Caridad. Me platica de una de ellas, la superiora de la comunidad, quien es una de las mejores enfermeras que jamás haya conocido.

Le pregunto por qué y mi hija dice, “Ella piensa en sus pacientes todo el tiempo. Siempre está considerando sus casos, reflexionando en sus síntomas, en el curso de sus enfermedades, buscando algo que pudiera hacerse mejor o con menos dolor”.

Mi hija me cuenta de un niño que sufría de una severa desnutrición, que llevaron a la clínica. La desnutrición fue tratada, pero aun así el niño no subía de peso. Esta hermana, siempre concentrada en sus pacientes, permaneció en vela una noche considerando los síntomas. Se preguntó si el bebé podía tener tuberculosis. Los exámenes confirmaron sus sospechas, y el niño ahora está de maravilla.

Ella toma la energía que de otra forma podría dirigir a su propia familia y la dirige a sus pacientes –niños, principalmente– quienes fácilmente podrían morir sin sus cuidados. Ella los engendra a la salud y la vida.

Estas son historias, y hay cientos, miles de ellas, del poder dador de vida de la vida célibe. Los sacerdotes, hermanos y hermanas son seres sexuales que han dispuesto la vitalidad de su sexualidad en formas de servicio basado en la abstinencia.

La castidad en la práctica

Pero, ¿cómo practicar la castidad? Todos los buenos dones de Dios requieren un contexto. Bañarse es refrescante, pero bañarse sin cesar dañaría nuestra piel. Dormir es restaurador, pero dormir sin fin sería como una muerte en vida. La comida es deliciosa, pero comer sin parar nos causaría diabetes, males cardiacos y todo tipo de enfermedades. Los hombres y las mujeres casados son alentados a celebrar y disfrutar su unión sexual, pero el sexo fuera del contexto del matrimonio arruina matrimonios y devasta a los niños.

Un cristiano bautizado siempre debe considerar el contexto, el tiempo y el momento apropiados para cada don, y ejercer el control. Dios que lo creó todo nos ha dado el dominio sobre el orden creado, y el dominio siempre implica un sabio ejercicio de la voluntad.

Para la pareja de novios, la energía sexual se canaliza correctamente en la buena y necesaria tarea de conocerse el uno al otro. Compartir sueños y esperanzas, compartir historias del pasado, intercambiar libros y poemas favoritos, mostrarle al otro un sendero a paisaje preferido, llevarlo a ver tu película favorita, llevarla a tu campo de béisbol preferido. Así es como se fomenta la intimidad de mente y corazón.

Cuando mi esposo y yo éramos novios, asistíamos a diferentes universidades. Nos escribíamos casi cada día. Estas cartas se convirtieron en la oportunidad de escribir sobre la vida adulta que anhelábamos construir: cómo nos imaginábamos educando a los hijos y formando un hogar, cómo nos imaginábamos pasando momentos tranquilos, cómo visualizábamos nuestro trabajo. Las cartas nos permitieron mostrarnos uno al otro y crecer conociéndonos como lo hacen los mejores amigos. Una auténtica intimidad de mente y corazón, entonces, puede celebrarse en la intimidad física del matrimonio.

Para el adulto soltero, la energía de la sexualidad se canaliza correctamente en la buena y necesaria tarea de conocerse a sí mismo. La adolescencia está marcada por la dependencia de los pensamientos y opiniones de otros: “¿Esto me hace verme gorda? ¿Están seguros de que ella dijo que le gustaría salir conmigo?”.

Es la época de recurrir a los amigos para sentir que somos valiosos y apreciados, que somos amados. Pero una vez que uno se separa de la manada que es la escuela preparatoria, ¿hacia dónde puede uno mirar? La jovencita sola en el campus universitario lejos de casa, o el joven entre extraños en una base militar o en un edificio de oficinas, ¿cómo pueden aprender a escuchar su voz interior que dice, “Sí, debes ir por este camino, aunque debas hacerlo a solas?”.

Cultivar el yo

Esa fortaleza necesita tiempo y esfuerzo; leer, escuchar, viajar, conocer personas, participar en discusiones constructivas, explorar, reflexionar. Es la forma en que se fomenta la propia intimidad, una intimidad que sólo puede ser compartida si uno ha cultivado un yo para compartir.

Mi hijo de 27 años acaba de casarse. Su esposa es una compañera estudiante de medicina. Se conocieron en la orientación en el primer año, y él dice que una de las cosas que le atrajo de su esposa fue su evidente placer por su trabajo, sus amistades y su vida en general.

“Ella no estaba buscando a alguien para llenar el vacío”, dice él, “ni estaba buscando a nadie para sentirse completa”. Mi nueva nuera llegó al matrimonio como una mujer adulta libre y completa. Había hecho el trabajo necesario en sus años de soltería. Había desarrollado un yo para compartir.

Cada etapa de la vida, y cada llamada a la vida, está dotada con sexualidad. Cada etapa de la vida, y cada llamada a la vida, tiene su propia necesidad de castidad.

Dios en verdad ha llenado nuestras casas con trigo, grano y aceite, y con todo lo bueno. Que nosotros, solteros, casados y consagrados al celibato, nutramos esos dones. Y que nosotros, a cambio, demos de esos dones a aquellos que los necesiten.

Melissa Musick Nussbaum, autora de cinco libros, es maestra, oradora, ministra de campus en el Colorado College, y madre de cinco hijos.

Comentarios

Patrocinadores
Patrocinadores

SOCIAL

Síguenos

CALENDARIO

Haz clic en una fecha del siguiente calendario para ver los eventos vocacionales que se realizarán ese día.